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El ritual para las almas que han partido comienza con los alimentos

Linda McAllister, antropóloga cultural y residente de Tempe, opina que la Cultura es algo muy flexible. Hace algunos años, en una celebración del Día de los Muertos que se llevaba a cabo en Guadalupe dice haber visto un trago gigante como parte de una ofrenda.

"El más grande que he visto", agrega. En México es muy común que se ofrezcan bebidas como parte de una ofrenda y en los altares construidos en las casas y cementerios.

McAllister, quien obtuvo una maestría en Historia del Arte con especialidad en el folklore mexicano, considera que los alimentos son una extensión de las tradiciones folklóricas. McAllister ha hecho presentaciones sobre los alimentos como arte efímero.

Las tradiciones del Día de Los Muertos "varían de pueblo en pueblo, puesto que México no es una sociedad mono-cultural", dice McAllister. "Las cosas difieren de Yucatan al centro de México, del noreste al norte de México".

El Día de los Muertos es una celebración para que toda la familia recuerde a sus antepasados, cuyos espíritus visitan la tierra una vez al año.

Este concepto del ciclo de vida es una tradición muy arraigada en muchas culturas e indígenas de todo el mundo, dice Gina Laczko, Gerente de Servicios Educacionales del Heard Museum.

"Personalmente creo que esta es una manera muy saludable de ver a la muerte, la cual para los americanos representa algo muy duro de enfrentar. A los americanos no les gusta ni hablar de envejecer, mucho menos de la muerte."

"En sociedades agrícolas, así como también en muchas tradiciones que se practican alrededor del mundo, si hay vida, hay muerte. La muerte es vista como el paso de un tipo de vida a otro. Esta fue la creencia antes de la conquista de México", agrega Laczko.

Esta idea del ciclo de vida fusionada con la celebración católica del Día de Todas las Almas, celebrada el 2 de noviembre, más el Día de Todos los Santos, celebrada el 1ero de noviembre, se convirtió en lo que ahora es el Día de los Muertos, explica Laczko.

A pesar que muchos anglosajones creen que el baile típico de los esqueletos y la celebración de la muerte es algo macabro o que está relacionado con el Día de las Brujas, no lo es, enfatiza Laczko. Tal como el festival de la cosecha que se celebra en la misma época del año, El Día de Los Muertos no es un ritual macabro. Es una temporada para reflexionar, pero no es una celebración triste.

En la mente de muchas personas, lo que relaciona esta celebración a la celebración del día de las brujas son las imágenes de las calaveras.

Laczko denota que esto es el resultado directo del trabajo del artista mexicano Jose Guadalupe Posada, quien murió en 1913. Posada inspiró al muralista Diego Rivera, y a otros, con sus caricaturas de los ricos y políticos - quienes fueron representados como esqueletos. Katarina, la figura de un esqueleto que portaba un vestido y un sombrero con pluma se ha convertido en el símbolo visual instantáneo del Día de los Muertos.

La imagen de Katarina y sus acompañantes son colocados en los altares de todo México como evidencia de que ha llegado el Día de los Muertos - 30 y 31 de octubre. En los hogares mexicanos se colocan mesas cubiertas de flores, frutas, vegetales, velas, inciensio, estatuillas de santos y fotos de las personas que han fallecido. El cielo es representado por una hoja con hileras de papel cortado.

Tradicionalmente, las flores que se utilizan son las cempazuchil, y el inciensio que se utiliza en el altar es el copal, resina de un árbol específico. Al igual que el mole y los platillos con chile - preparados para los fallecidos - las flores son muy aromáticas y el copal emana un olor muy especial.

Los aromas son utilizados o consumidos por los espíritus, quienes al igual que los aromas no pueden ser vistos. Además, explica Laczko, después que el incenso se haya consumido, se consumen o se regalan los alimentos.

¿De qué ingredientes están hechos los platillos? Linda McAllister dice "que los alimentos deben ser aquellos favoritos de los fallecidos cuando estaban vivos, aquellas cosas que se hacían con el mayor cuidado y amor. "En México algunos de los platillos que se preparan son moles y tamales, ya que estos son el tipo de alimentos que se hacen para ocasiones especiales - en particular el mole.

La creencia es que el 30 y el 31 de octubre regresan primero las almas de los niños - los angelitos. Para ellos se preparan unos altares pequeñitos con ofrendas tales como juguetes, platillos no muy picantes, dulces y pan de finados.

El pan de muerto o pan de finados - pan dulce con huevo - es una de los alimentos que no puede faltar en el Día de Los Muertos, aunque varia de región a región. McAllister tiene fotos de 200 variedades de pan de muertos.

Las panaderías hacen publicidad sobre la variedad de figuras de pan que harán, agrega McAllister y Laczko. La forma más común es el pan redondo, otros pueden ser en forma de cuerpos humanos, animales o en particular del perfil de conejos. Algunos tipos de pan tienen como ingrediente el anís. El pan de muerto se puede encontrar en la mayoría de las panaderías, que en muchas ocasiones tienen que emplear empleados adicionales para cubrir la demanda.

McAllister dice que las personas que viven en áreas rurales, donde el trigo no es parte de la dieta, caminan o manejan largos tramos para comprar pan de muerto.

Localmente, la panadería "La Parissima" de Glendale hace pan de muerto cubierto de azúcar con hileras de masa en la parte de arriba, las cuales representan los huesos de las calaveras.

Juan Arellano y su esposa Maricela son panaderos que dicen haber aprendido el oficio de sus padres, al igual que una receta antigua de la familia. El hijo de Juan y Maricela son la quinta generación de la familia cuyo oficio es la panadería.

"Mi suegro era de Michocan y mi esposo era de la Ciudad de México", dice Maricela. "La forma del pan que mi esposo aprendió de su padre es la redonda y en forma de calaveras. La panadería de su padre estaba en Juárez, Chihuahua, donde vivió después de haber pasado su juventud en Michoacan".

En algunas partes de México, el Día de los Muertos, los niños reciben como regalo calaveras de azúcar con sus nombres. La analogía aquí sería que las calaveras de azúcar son el equivalente a los conejitos de chocolate que se reparte a los niños es Semana Santa o los dulces de Navidad.

"Otra de las cosas que se ofrecen, a menudo, en el altar son los licores tradicionales". El mescal, pulque y el atole, bebidas pre-europeas hechas de elote. Además es importante que se ponga en el altar un vaso de agua porque después de tan largo viaje, las almas están sedientas y cansadas. Atole, una bebida espesa que Laczko dice viene a ser la "barra de energía original", debido a sus cualidades nutritivas, todavía se utiliza en algunas comunidades remotas. También se ve, en ocasiones, bebidas de chocolate y dulces de calabaza hechos de calabazas mexicanas gigantes que son cosechadas específicamente con este propósito. Durante la era pre-hispana, de acuerdo con Patricia Quintana, en el Banquete Mexicano de la Vida, originalmente, los dulces de calabaza se endulzaban con miel o la savia que se extraía de la planta de maguey.

Las familias se encargan de limpiar las tumbas en los cementerios, los cuales a veces están ubicados en las iglesias o en el campo. También se lleva músicos a las tumbas para que canten las canciones favoritas de los fallecidos.

"Los cementerios en México son lugares maravillosos", dice Laczko. "Las tumbas están ubicadas cerca unas de las otras y muchas de ellas son estructuras monumentales permanentes o temporales para esta época del año. Las coronas gigantescas de flores contienen fotos de los fallecidos, las tumbas son pintadas y se colocan cientos de velas y por su puesto los platillos. Cuando llega la noche, familias enteras se hacen presente y se sientan en las tumbas. En ocasiones, grupos de mariachis desfilan de tumba en tumba tocando la música favorita de los fallecidos. Es un ambiente callado, pero se puede oir la conversación de los visitantes. También se hacen presente sacerdotes para orar con cada una de las familias.

"Por la noche el lugar se llena de vida. Con el parpadear de las velas, el aroma de las flores y las copas, el aroma es casi abrumador. Recuerda Laczko.

Las mujeres se pasan días trabajando en las fabulosas coronas de flores. Laczko dice que en ocasiones le daba miedo ofender a la gente cuando tomaba fotos, por lo que pedía permiso para hacerlo. Con mucho gusto accedían. Incluso la familia de la tumba de al lado dijo, "¿No le parece que la nuestra es linda?"

"Se siente el orgullo de la gente", agrega. "Los anglosajones no tienen la menor idea de cuan maravilloso es este ritual. Para las personas que participan en él, el hacer todo los preparativos es motivo de honor".

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