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Vitaly Scherbo, el gimnasta que ganó seis oros en cinco días

Madrid, 17 jul (EFE).- Seis medallas de oro en un plazo de cinco días. Para un equipo que no era el de su país. Con una sonrisa alejada de la gravedad propia de los gimnastas de la ex Unión Soviética. Así entró en la historia olímpica el bielorruso Vitaly Scherbo hace ahora 25 años, en los Juegos de Barcelona'92.

Como en tantos otros casos, la carrera del campeón comenzó el día en que sus padres, cansados de aguantar a un niño inquieto e hiperactivo, buscaron un deporte en el que pudiera quemar energías antes de llegar a casa. Un club de Minsk, su ciudad natal, vio sus primeras piruetas cuando tenía 7 años.

Solo ocho después ya era miembro del equipo nacional soviético. En 1990 ganó tres oros europeos y en 1991 se proclamó subcampeón del mundo en el concurso completo.

Llegó a los Juegos de Barcelona como uno de los favoritos al podio, pero la competencia entre sus propios compañeros de selección era grande y nadie podía sospechar el baño de oro que Scherbo se daría en el Palau Sant Jordi.

Tras la descomposición de la Unión Soviética, sus repúblicas, con excepción de las bálticas, compitieron en Barcelona bajo el paraguas del Equipo Unificado. Así lo hizo, casi siempre vestido de negro, aquel chico rubio y espigado que hoy, a los 45 años, ha perdido pelo y ganado peso y se gana la vida como propietario y director de un gimnasio en Las Vegas: la Escuela Vitaly Scherbo.

El 29 de julio de 1992 ganó el oro por equipos; el 31, el del concurso completo individual; y el 2 de agosto los otros cuatro: anillas, caballo con arcos, paralelas y salto, en un día para la historia de la gimnasia.

No hubo rival con el que no pudiera. En paralelas se impuso al doble campeón mundial Li Jing, de China, lo mismo que en anillas, en cuyo ejercicio hizo un sorprendente cruce de cables que hoy está prohibido por motivos de seguridad. En caballo con arcos compartió el oro con el gran especialista del momento, el norcoreano Pae Gil-su.

En los Juegos de Michael Jordan, de Gail Devers, de Derartu Tulu y de Óscar de la Hoya, el rey del medallero fue Scherbo. Sus seis oros se quedaron entonces a uno del récord de siete de Mark Spitz. Con el tiempo llegaría otra nadador estadounidense, Michael Phelps, a romper todos los registros.

Un año después de Barcelona'92, el bielorruso se casó y tuvo una hija y se proclamó campeón del mundo.

Sin embargo, sus éxitos no le depararon el rédito económico que él esperaba y, por el contrario, le convirtieron en objetivo de ladrones y extorsionadores, hasta el punto de que tuvo conocimiento de un plan para secuestrar a su pequeña hija.

La familia emigró a Estados Unidos, donde él siguió en Pennsylvania con sus entrenamientos, pensando en ampliar su botín de medallas en los Juegos de Atlanta'96. Fue tercero del mundo en 1994 y de nuevo subcampeón un año después.

Pero el 13 de diciembre de 1995 su vida dio un giro trágico cuando su esposa Irina sufrió un gravísimo accidente de circulación y quedó en coma. Los médicos le dieron un uno por ciento de posibilidades de sobrevivir.

Mientras ella luchaba por la vida, Scherbo dejó su preparación y se dio a la bebida. Cuando Irina recuperó la consciencia y comenzó el camino de una recuperación milagrosa, se encontró con un marido que no conocía.

Fue ella la que le convenció de que volviera a la competición y preparase los Juegos de Atlanta. Para ello, Scherbo volvió a Minsk a reencontrarse con sus entrenadores de siempre.

Después de hacer esa primavera algunas de "las peores competiciones" de su vida, se plantó pleno de confianza, aunque con algunas dolencias en el hombro, en Atlanta'96. No logró su objetivo de ganar más oros, pero se marchó con cuatro bronces: concurso completo, salto, paralelas y barra.

Se retiró en 1997 y al año siguiente abrió su gimnasio en La Vegas, donde entrena a promesas de la gimnasia de elite pero también ofrece clases de tipo recreativo, para todos los públicos. "Donde las leyendas se encuentran con quienes serán leyenda" es el lema que preside las instalaciones.

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