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Congreso, con fusta y riendas de la economía

En las primeras asignaturas de la carrera de Economía se estudia Política Económica, que en pocas palabras es el conjunto de medidas que usa el Estado para orientar el proceso del país y tomar las decisiones que afectan el bolsillo y la vida de todos.

Pero es fuera de las aulas de clase donde se viene a comprender que en realidad la política económica está en manos de los políticos, antes que en las de los economistas.

Estados Unidos, el país con más poder e influencia en el mundo, no se sustrae a tal realidad. Los políticos acaban de demostrar que son los que tienen el poder en el campo económico y cómo sus decisiones pueden llevar de la mano al presidente de turno hacia el cumplimiento de sus metas en esa área o a frenarlo en su intento.

La Cámara de Representantes (controlada por el partido Republicano) anunció que esta semana firmará una medida para ampliar temporalmente el techo de la deuda de los Estados Unidos, condicionada a que el Senado (controlado por el partido Demócrata) apruebe un presupuesto nacional equilibrado.

Durante los últimos meses, especialmente en el tiempo de cierre de campaña presidencial, el Congreso ha fustigado fuertemente al gobierno para que recorte los gastos y aumente los ingresos. La Cámara exige que por cada dólar de aumento en el techo de la deuda, baje un dólar en los gastos de funcionamiento y ejecución de los programas del gobierno.

Un país cuya deuda superó el techo de los 16 billones de dólares y pide que le aumenten el margen para seguirse endeudando es un país que pide a gritos una reforma estructural y urgente del manejo de su presupuesto. Y esto no se liquida con enfrentamientos ni con victorias temporales de los políticos.

El presupuesto de un país es comparable con el de un ciudadano común. Los gastos se cubren con los ingresos y si los últimos no alcanzan se acude al endeudamiento (tarjetas de crédito, préstamos bancarios, familia, amigos o empleador). Si el ciudadano no paga la deuda, baja su calificación y le será más caro que le presten (mayor tasa de interés) o, simplemente, no le vuelven a prestar.

El presidente estadounidense Barack Obama clama por más capacidad de endeudamiento para cubrir, entre otros, los gastos de la propia deuda. Tiene que pagar los intereses de los papeles que el país les ha vendido a los inversionistas de todo el mundo para tener con qué cubrir el presupuesto.

En Estados Unidos, por ley, el Congreso es el que aprueba el presupuesto (ingresos y gastos) y, por ende, el techo (nivel máximo) de endeudamiento. Y ahora exige que aumenten los primeros y que bajen los segundos, es decir que traslada a un tercero (el gobierno) la solución a un problema cuya existencia el mismo Congreso aprueba.

Entre aumentar ingresos o reducir los gastos entra el juego de la política, y no de la económica de la que comentamos al comienzo, sino la de los políticos que están en el Congreso gracias a los votos de sus partidarios.

Aumentar los ingresos equivale a subir los impuestos; y reducir los gastos afecta negativamente los planes sociales del gobierno.¿ Quiénes claman por menos impuestos?: Los ciudadanos de mayores ingresos (Los ricos, decía Obama durante su campaña electoral). ¿Quiénes requieren de planes sociales?: Los ciudadanos de menores ingresos.

Los republicanos exigen, por ejemplo, que se revise el gasto en programas como el Medicare al que consideran una carga sobre el presupuesto y que aumenta la presión sobre la deuda del Estado.

Lo cierto es que si logra mover el techo de la deuda, el presidente Obama seguirá necesitando el permiso del Congreso para usar cada dólar que necesite. Y si no se eleva el techo o se mantiene en el limbo el tema, o el presidente viola las leyes del Congreso para pagar la deuda, o los inversionistas perderán credibilidad en la llamada "economía más fuerte del mundo" y ahí sí, ni techo ni paredes ni diques de ninguna clase podrán detener la tormenta económica y financiera que una situación de insolvencia de Estados Unidos puede generar.

Por si acaso, la Reserva Federal se prepara para anunciar este miércoles medidas que le permitan al gobierno mantener bajo el costo de la deuda. Pero esas son decisiones de política financiera; y eso, como decía mi abuela, "es harina de otro costal".

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