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Partido egipcio sigue obrando en la clandestinidad

EL CAIRO - El presidente egipcio Mohamed Morsi afirma tener pruebas irrefutables de un encuentro en que figuras de la oposición tramaron un complot contra él.

Poco antes Jairat el-Shater, el hombre más poderoso en la gobernante Hermandad Musulmana, dijo que tenía grabaciones en que ex jerarcas militares y funcionarios electorales conspiraron para excluirlo de las elecciones presidenciales del año pasado.

En Egipto, tales afirmaciones son vistas por fuentes militares, antiguos miembros de la hermandad y medios de prensa como indicios sólidos de que el movimiento islamista tiene su propia red de espionaje y delatores, paralela a los organismos oficiales del estado.

La Hermandad tiene una larga historia de obrar en las penumbras y desde hace tiempo es considerado un grupo opaco que mantiene actividades aisladas de los canales oficiales.

Incluso existen milicias afines a la Hermandad, que entraron en acción durante las protestas contra Morsi ocurridas en diciembre.

Por otra parte, funcionarios del Ministerio de Relaciones Exteriores se quejan de que el presidente escucha más los consejos de los miembros de la Hermandad, en vez de los diplomáticos especialistas en relaciones internacionales.

La Hermandad es el grupo político dominante en Egipto, especialmente después de la revuelta del 2011, y Morsi fue elegido presidente en junio del año pasado como candidato de la agrupación.

Las razones del grupo para mantener operaciones paralelas podrían tener sus raíces en el hecho de que muchas agencias del gobierno, como las agencias de seguridad y la rama judicial, siguen dominadas por gente afín al derrocado Hosni Mubarak, o por gente antiislamista que no confía en la Hermandad.

La percepción de que tales agencias son hostiles a los líderes islamistas del país le da al gobierno una imagen de estar bajo asedio, a pesar de sus victorias electorales.

"El problema con la Hermandad es que están en el poder pero siguen actuando como si estuvieran en la oposición", opinó Abdel-Jalil el-Sharnubi, ex director del sitio de internet de la Hermandad, quien en mayo del 2011 abandonó la agrupación.

"Debido a que no confían en el estado, crearon su propio estado", añadió.

La intención de crear un estado dentro de un estado no es nuevo en el mundo árabe. En el Líbano ocurre con Jezbolá, que controla gran parte del sur y este del país y tiene su propio ejército y red telefónica.

En menor grado, los seguidores del clérigo antiestadounidense Muqtada al-Sadr son los gobernantes de facto de los distritos chiíes de Bagdad y en partes del sur, que es de mayoría chií.

En Egipto, la situación es reflejo de la polarización sobre el futuro del país que ha surgido desde la revolución. Por una parte están la Hermandad, sus aliados islamistas y una gran parte de la población que acepta al islam como forma de vivir.

Por la otra está un sector de más o menos de igual tamaño que incluye no sólo a los que trabajaron para los gobiernos de Mubarak sino también a musulmanes moderados, liberales, laicos, mujeres y cristianos, que comprenden un 10% de la población.

La Hermandad niega que esté armando un estado dentro de un estado.

"La Hermandad está acostumbrada a estas campañas de difamación, pero siempre se defenderá y estas batallas inmorales no cambiarán eso", dijo el portavoz Ahmed Aref.

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