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Inmigración en Arizona: Sangre, sudor y lágrimas

Phoenix, Arizona

La historia de la inmigración en Arizona es de conflicto y superación, rechazo y resistencia. Cuando la frontera que divide a México y Estados Unidos quedó trazada como se la conoce en la actualidad, quedó también trazada una historia de dramas.

"Es una frontera que nació de la violencia, no es una relación tranquila y pacífica como empezó esto. Es el resultado de una guerra", dice Raquel Rubio-Goldsmith, directora del Instituto Bi-Nacional de Inmigración de la Universidad de Arizona, en el Departamento de Estudios México-Americanos.

A partir de entonces la historia oral registró la lucha de los mexicanos que pasaron a ser extranjeros en su propia tierra a la vez que trataban de preservar su cultura y tradiciones, agrega.

En Arizona la llegada de los trabajadores inmigrantes siempre ha estado vinculada con la necesidad de mano de obra barata.

"Había una dualidad en la forma en que se aplicaba la ley migratoria. Cuando era tiempo de cosecha dejaban pasar a la gente sin problema. Cerraban los ojos 'los de la migra'. Cuando se acababa la cosecha volvían a ser exigentes", dice Goldsmith.

En 1850, los mexicanos empezaron a migrar hacia el norte en búsqueda de oportunidades de trabajar en las minas y en la agricultura.

"Era una migración circular, dejaban a la familia en México y luego volvían", explica Goldsmith. "Eso le convenía a México y a Estados Unidos. Era por sí una forma de explotar al mexicano y fue la base de un desarrollo económico muy importante para Arizona".

Los abusos a los trabajadores migrantes fueron notorios desde un principio.

Inmigrantes y mineros

En 1904, los trabajadores mexicoamericanos de las minas de cobre en Morenci y Clifton comenzaron una de las primeras huelgas en el suroeste del país para protestar por la discriminación en sus salarios. Entonces existía un sistema inequitativo por el cuál se les pagaba menos a los mineros mexicanos que a los estadounidenses que hacían el mismo trabajo.

El inicio de la Primera Guerra Mundial en 1914 provocó una escasez de trabajadores en los campos agrícolas que llevó a un incremento en la demanda de la mano de obra mexicana.

Durante la época de la Depresión, en los años 30, la mano de obra de los inmigrantes dejó de ser bien recibida. Esto dio lugar a una ola de mensajes políticos contra la "inmigración ilegal" que promovían la idea de que los inmigrantes atraían el crimen y clamaban por su deportación.

En la Ciudad de Tucson, cientos de miles de mexicanos con o sin documentos fueron deportados en una alianza entre las autoridades locales y el gobierno federal. El evento histórico fue conocido como "La Repatriación" y resultó en la deportación de medio millón de personas en el suroeste de los Estados Unidos, explica Goldsmith.

La segregación de la población latina también comenzó a exacerbarse en todos los aspectos de la vida cotidiana. En ciudades como Phoenix los barrios de los hispanos estaban separados.

"Se fijaban en el aspecto de la persona. La ciudadanía del mexicano de varias generaciones siempre ha sido una ciudadanía de segunda clase", explica Goldsmith.

Con el ingreso de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos y México pusieron un efecto el Plan Bracero, en 1942. Con la salida de cientos de miles de jóvenes para la guerra, el país necesitaba nuevamente mano de obra para trabajar en los campos agrícolas.

De 1942 a 1964, cerca de 4.5 millones de trabajadores mexicanos formaron parte de ese controversial programa que fue denunciado por las malas condiciones y explotación de los obreros. Todavía hoy continúa causando pugnas porque el gobierno mexicano no ha devuelto a los trabajadores o sus descendientes una porción del salario que se le quitaba a los trabajadores para supuestamente crear un fondo de ahorros.

Al regresar de la Segunda Guerra Mundial, muchos mexicanos que lucharon en los campos de batalla se toparon con un clima discriminatorio que inspiró a muchos para comenzar a defender sus derechos civiles.

Nació así en los años 60 un movimiento para darle una identidad política al hispano.

"El Movimiento Chicano fue fundamental porque por primera vez se designó a esa población de ciudadanos de ascendencia mexicana con un nombre", dice Goldsmith.

La fortificación fronteriza

La historia de la inmigración en Arizona también está íntimamente ligada a la política exterior de los Estados Unidos. Con la globalización, que empieza en la década de los 70, el país exporta empleos, explica Goldsmith.

"Como la gente ve que llegan los mexicanos y (al mismo tiempo) ellos están perdiendo trabajos, creen que es por culpa de los inmigrantes que están viniendo y no ven que es un cambio estructural", agrega.

En 1994, el Tratado Norteamericano de Libre Comercio (NAFTA, por sus siglas en inglés) entró en efecto.Uno de los argumentos a favor de este tratado con México por parte de la administración demócrata del presidente Bill Clinton era que ayudaría a los mexicanos a permanecer en su país. Pero tuvo el efecto contrario, haciendo imposible que los agricultores en México pudieran competir con sus productos con la industria subsidiada del maíz en los Estados Unidos. El resultado: un incremento en la migración hacia el norte.

El mismo año, la Proposición 187 en California, que entre varias cosas prohibía la educación de los inmigrantes indocumentados en las escuelas públicas culpa al gobierno federal por la inmigración ilegal.

La respuesta del gobierno de Clinton fue poner en marcha un plan de fortificación fronteriza que resulta en la creación de la Operación Gatekeeper, en California, y Hold the Line, en Texas.

Al cerrarse parte de la frontera los traficantes de seres humanos o "coyotes" empezaron a usar el desierto de Arizona como un corredor para el cruce de inmigrantes indocumentados, poniéndolos en riesgo por las extremas condiciones del terreno y del clima.

"(El gobierno federal) sabía que iba a morir gente", dice la activista Isabel García, fundadora de la Coalición de Derechos Humanos en Tucson.

Esa coalición estima que desde mediados de los 90 hasta la fecha más de 5 mil personas han perdido la vida en su intento por ingresar al país por Arizona.

El estado pasó a ser la puerta de entrada para un 50 por ciento de los inmigrantes indocumentados que ingresaban al país. A su vez, los inmigrantes que antes regresaban periódicamente a México comenzaron a sentar sus raíces en el estado, a formar familias y a criar a sus hijos al dificultarse el cruce fronterizo que antes les permitía ir y venir.

Las políticas federales de seguridad fronteriza convirtieron a Arizona en un campo fértil para el debate migratorio más divisivo del país y para los políticos que, apoyándose en él, catapultarían su carrera.

Crece sentimiento

antiinmigrante

El sentimiento antiinmigrante en Arizona comienza a resurgir con más fuerza a mediados de los 90 reflejado en una serie de eventos que ya no se enfocan en la frontera sino en los centros urbanos.

En 1996, la Legislatura estatal de Arizona aprueba una ley que requiere presentar prueba de residencia legal para obtener una licencia de conducir. La ley es creada por el ex senador Russell Pearce, en ese entonces a cargo del Departamento de Motores y Vehículos de Arizona.

Un año después, la Patrulla Fronteriza y la Policía de Chandler realizan redadas en vecindarios donde son arrestados 340 latinos.

Los embates contra los latinos van más allá del tema de la inmigración y se filtran en el sistema educativo del estado. En el año 2000, los votantes de Arizona aprueban eliminar la educación bilingüe.

En 2001, Russell Pearce es electo a la Cámara de Representantes estatal y comienza a promover la idea de que los inmigrantes atraen el crimen y abusan de los beneficios públicos.

Los atentados terroristas del 9/11 ayudan a echar leña al fuego ligando la migración con la seguridad nacional.

Pearce se apoya en una estrategia a largo plazo cuyo objetivo es desgastar las condiciones sociales y hacer difícil la vida de los inmigrantes que habitan en el estado para que acaben por autodeportarse. El republicano aboga porque los estados comiencen a crear sus propias leyes acusando al gobierno federal de no implementar restricciones migratorias.

En 2004, surge la Proposición 200 -una versión arizonense de la 187 de California- impulsada por el grupo Protect Arizona Now (PAN).

La organización recibió una inyección de fondos de grupos con lazos supremacistas como la Federación Americana para una Reforma Migratoria (FAIR, por sus siglas en inglés) que la ayudan a ser aprobada con un 60 por ciento de los votantes en el estado.

La medida ponía a los servidores públicos entre la espada y la pared, al obligarlos a reportar a cualquier inmigrante indocumentado que solicitara un beneficio público. La ley fue la antesala del movimiento de vigilantes armados conocidos como los Minutemen en 2005, quienes proponían patrullar las fronteras con la ayuda de ciudadanos de todo el país.

La estrategia de los Minutemen atrajo a grupos de odio racial a Arizona. Su plan de seguridad fronteriza fue un fracaso, pero un éxito desde el punto de vista político.

Un año después la gobernadora demócrata Janet Napolitano, quien se había opuesto a la militarización de la frontera, pide la presencia de la Guardia Nacional para patrullar la línea fronteriza. Los votantes de Arizona aprueban con un 70 por ciento del voto cuatro medidas antiinmigrantes.

Entre estas, la Proposición 300, afecta a los estudiantes indocumentados al eliminar su acceso a becas educativas y triplicar el costo de su educación al no reconocerlos como residentes del estado. Otras iniciativas convierten el inglés en el idioma oficial del estado, prohíben las fianzas a indocumentados y el derecho a reclamar daños punitivos a su empleador en una demanda.

Despierta el gigante

dormido

En medio de un clima cada vez más hostil hacia los trabajadores indocumentados, el movimiento pro inmigrante en Arizona cobra vida en 2006 con una fuerza social no vista desde las protestas contra la Guerra de Vietnam.

El 24 de marzo de 2006, más de 24 mil personas participan en un marcha en el centro de Phoenix, en protesta por la HB 4437, una iniciativa de ley federal del congresista James Sensenbrenner que intentaba convertir en criminal a todo inmigrante indocumentado.

Fue un movimiento enorme y espontáneo de las comunidades impulsado por activistas como Linda y Tony Herrera, Magdalena Schwartz, Antonio Velázquez, Roberto Reveles y otros más.

Pero el 10 de abril, en coordinación con una serie de marchas en diversas ciudades del país, la organización "Somos América" logra que más de 200 mil personas saturen el centro Phoenix oponiéndose a la ley de Sensenbrenner y pidiendo una reforma migratoria que incluya una legalización.

"Hoy marchamos, mañana votamos", fue el lema que acompañó la marcha.

Las marchas tuvieron el rastro del trabajo de muchos activistas pro-inmigrantes que tradicionalmente no habían trabajado juntos incluyendo a Salvador Reza, Roberto Reveles, Alfredo Gutiérrez, Lydia Guzmán, Elías Bermúdez, Martin Manteca, Martin Hernández, Carlos García y Ben Miranda.

"Fue la marcha más grande en la historia de Arizona", recuerda Reveles."Fue el primer evento en que todas las organizaciones se unieron en una coalición".

Arpaio entra en acción

Las marchas, en cierto sentido, exacerbaron el temor de un sector de la población anglosajona hacia los inmigrantes. Y los políticos aprovecharon esa coyuntura.

En 2006, el ex procurador del Condado Maricopa, Andrew Thomas, y el sheriff del Condado Maricopa, Joe Arpaio, formaron una alianza apoyándose en una ley estatal que criminaliza a los inmigrantes que contratan a un traficante o "coyote" y de esa manera, cientos de inmigrantes fueron arrestados y encarcelados.

Un año después, Arpaio firmó un acuerdo conocido como 287g(g) que le permitió entrenar a 160 de sus oficiales para cuestionar a cualquier persona sobre su estatus migratorio en patrullajes callejeros y en las cárceles.

El "sheriff más duro de América" lanza operativos de "supresión del crimen" en vecindarios latinos con decenas de agentes que detienen a conductores por infracciones menores. Las tácticas del sheriff son denunciadas y se interponen varias demandas por violación a los derechos civiles porque en las detenciones se utiliza el perfil racial.

Antes de dejar su puesto para ser Secretaria del Departamento de Seguridad Interior (DHS), la gobernadora demócrata Janet Napolitano firma la ley de sanciones a empleadores que contratan a empleados indocumentados a sabiendas de su situación.

La medida se convierte en otra herramienta de Arpaio para realizar operativos de redadas en negocios y arrestar a sus trabajadores indocumentados. Sin embargo, pocos empleadores han sido detenidos o sancionados.

En el marco de deportaciones masivas por parte de la administración de Barack Obama y una creciente cooperación entre las policías locales y el gobierno federal, surge la ley SB1070. El 23 de abril de 2010, la gobernadora Jan Brewer promulga la medida que convierte en un delito estatal ser indocumentado y es sujeto de encarcelamiento, aunque esta ley posteriormente es parcialmente frenada en las cortes.

Según varios estudios e investigaciones, detrás de la firma de la ley, también impulsada por Russell Pearce -quien ya era senador y presidente del senado estatal- hay algo más que un sentimiento antiinmigrante: el lucrativo negocio de la detención de inmigrantes que otorga subsidios federales a complejos carcelarios privados.

Jóvenes, religiosos y activistas proinmigrantes orquestan una serie de acciones de desobediencia civil coordinadas por el movimiento PUENTE, grupos en Tucson y líderes religiosos.

Se estima que 100 mil inmigrantes se fueron de Arizona en el 2010 hacia otros estados tratando de evitar la separación de sus familias, causada por la SB 1070. Un boicot económico internacional contra el estado ocasiona pérdidas para el turismo y la industria de las convenciones que superan los 140 millones de dólares.

Pero la firma de la ley SB 1070 se convierte en inspiración para docenas de leyes en otros estados, aunque finalmente pocas llegan a ser realidad.

Un año después, el sector comercial del estado ejerce su influencia para frenar la aprobación de un paquete de cinco leyes antiinmigrantes. Entre estas, una para negarles la ciudadanía a los hijos de inmigrantes indocumentados.

Las contribuciones de la comunidad inmigrante trabajadora con o sin documentos, comienzan a ser reconocidas ante el derrumbe económico que acompaña las políticas antiinmigrantes.

En 2011, una coalición bipartidaria llamada Ciudadanos por una Arizona Mejor, liderada por Randy Parrazy donde militan republicanos, mormones, latinos, negociantes y religiosos, logra que se realice una elección para destituir a Pearce de su puesto en el Distrito 18 de la Ciudad de Mesa y en su lugar se elige a Jerry Lewis.

"Este triunfo se conecta con las marchas del 2006, y su mensaje de hoy marchamos y mañana votamos", dice Reveles sobre la participación y activismo que tuvieron los latinos en movilizar el voto.

Una ola de demandas por el arresto o renuncia de Arpaio, de la mano de una investigación federal que reveló violaciones a los derechos civiles de los latinos pone al alguacil entra la espada y la pared.

De acuerdo a Reveles se trata del "principio del final de las políticas extremas que controlaron a Arizona por años".

En este año de 2012, la Suprema Corte de Justicia de los Estados Unidos definirá el futuro de la ley SB 1070 y dará rumbo a un debate histórico entre los estados y el gobierno federal aacerca de quien debe controlar la inmigración.

Este año en que se celebra el centenario de Arizona, también comienza con la suspensión de un programa de estudios mexico-americanos en el Distrito Escolar Unificado de Tucson.

Sus oponentes aseguran que promueve un sentimiento antiamericano, sus defensores aseguran que olvidar la historia es condenarse a repetirla.

La controversia inevitablemente llama a la reflexión, cuando una gran parte de la historia de los latinos, y sus contribuciones, según coinciden historiadores, no está completamente documentada.

"Es nuestra historia y va a continuar la lucha por esa historia", dice Goldsmith una de las fundadoras de ese programa. "La educación es saber quiénes somos en la construcción de la historia".

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